Una breve guía para empezar a enfrentarte a la fotografía, incluso antes de disparar, con un enfoque razonado. En esta guía nos ocuparemos de los fundamentos de la composición, con el fin de sensibilizar a los usuarios novatos a problemas que tienen que ver con la correcta colocación de los sujetos y de la cámara misma.
Armonías Ocultas
Si pensamos en la pintura, la de los maestros del pasado, podemos afirmar con cierta seguridad que la fotografía la ha casi desaparecido por completo. Si hace un par de siglos la única forma de tener un retrato o un paisaje para fijar en la memoria y colgar en la pared era llamar a alguien con el don para los colores y los pinceles, ahora basta con un celular. Claro, el resultado es diferente, así como todo el peso emocional y artístico que conlleva, pero el progreso ha llevado a una situación de este tipo.
Reflexionemos ahora sobre otra cuestión (volveremos a la pintura más adelante): ¿cuántas veces nos ha pasado que nos digan “es una cuestión de puntos de vista“? Muchas, seguro. Cambiemos de disciplina otra vez y pensemos: ¿qué hace que una canción sea agradable musicalmente? Una cierta “armonía” de fondo, una línea vocal acertada, un hilo conductor que lleva al oído a captar algo agradable, todo gestionado por las zonas del cerebro más ligadas a las emociones.
Hay algo que une a la música, la fotografía y la pintura, y la forma en que las percibimos como agradables, pero se podría seguir adelante también en otros campos. Hay quien la llama armonía, quien equilibrio, quien relación entre las partes, pero podemos generalizar diciendo que las cosas deben estar en su lugar, ya sean pinceladas, notas o sujetos retratados, recorridos por esa cosa aparentemente escurridiza que nos impacta y nos hace disfrutar de estos frutos de la fantasía.
Al principio de este artículo hemos exagerado a propósito. Como con los dinosaurios, la pintura, más que extinguirse, ha evolucionado hacia algo diferente. De hecho, encontramos algunas de las reglas básicas de la composición de la imagen, que siglos de pintura nos han legado, también en la sensibilidad del fotógrafo que quiere hacer las cosas con el método correcto. Después de hablar de las diferencias entre las cámaras compactas y las réflex, entremos entonces con esta primera guía en el meollo de la fase de disparo. O mejor dicho, un poco antes, porque trataremos la composición en algunos de sus aspectos más básicos.
¿Vertical u Horizontal?
Dando los primeros pasos hacia una toma más elaborada, es legítimo buscar algunos consejos para retratar mejor la realidad que tenemos delante. Nunca dejaremos de repetir que las reglas de la fotografía son en realidad consejos, ya que hay numerosos ejemplos de fotos tomadas sin una aparente lógica compositiva, pero que son capaces de comunicar mucho; sin embargo, hay algunas directrices que nos permiten seguir mejor esa armonía básica que mencionamos antes.
La primera decisión a tomar, al encontrarnos con un sujeto que consideramos digno de una fotografía, es comprender desde el principio si se presta mejor a ser retratado en horizontal o en vertical. Como es lógico suponer, mucho depende del sujeto. Una sola persona de pie o el campanario de una iglesia, así como monumentos que se desarrollan mucho en altura, también sugieren instintivamente orientar la cámara en vertical, mientras que los paisajes, casi siempre, tienden a ser fotografiados con la orientación horizontal.
La horizontal es también la más natural debido a la disposición de nuestros ojos, que nos hace percibir la realidad en una composición que se desarrolla más en ancho que en alto. Según diferentes estudios, a una fotografía horizontal se le suele asociar una cierta libertad de la mirada para recorrer la escena en su conjunto, mientras que en las verticales se tiende a buscar una perspectiva o en todo caso un cierto dinamismo. Veamos un par de ejemplos.
Para esta imagen se ha elegido una composición horizontal, ya que es capaz de describir mejor la escena y contextualizar todos los elementos, tanto paisajísticos como de mobiliario urbano. La elección de una composición vertical no habría garantizado la misma calidad en términos de percepción de la escena.
La misma escena, en vertical, obliga a dejar fuera de la composición algunos elementos. En general, sin embargo, el paisaje suele retratarse en horizontal, eligiendo la orientación vertical para otros sujetos, a menos que se busque un detalle (en este caso el banco) u otros elementos para que asuman el papel de protagonista en detrimento de la visión global.
En esta toma, que retrata la catedral de Colonia, la elección recayó en la composición vertical. Una elección no solo obligada (en horizontal, a menos que se tengan lentes ultra-granangulares, es difícil que todo el sujeto quepa en la composición): el desarrollo vertical de la catedral se presta muy bien a ser encuadrado de esta manera, que realza su impulso hacia arriba.
Es importante, por tanto, entender desde el principio cuál será la mejor orientación para tu toma, o al menos plantearse la cuestión. En caso de situaciones dudosas, lo digital nos ayuda: ¡haz ambas! Elegirás en un segundo momento cuál te satisface más.
Encuadrar Correctamente
Fotografiar con un mínimo de criterio es mucho más que levantar la cámara (sea cual sea) y hacer clic. Antes de fotografiar, hay que concentrarse en un aspecto muy importante que juega un papel determinante en la ya mencionada armonía que sentará las bases para un disparo percibido como agradable: la composición. Después de hablar de la orientación de la cámara, veamos dos ejemplos.
Tomemos como modelo una gaviota, aquí retratada en vuelo y con un fondo uniforme para simplificar el discurso. Estos dos casos, es bueno decirlo de inmediato, no se consideran particularmente exitosos para el sentido fotográfico común. El porqué es pronto dicho. La primera imagen retrata la gaviota, y ya está, pero carece de un “desenvolvimiento” propio. La imagen sería perfecta para un tratado de ornitología, por decirlo así. Demasiado centrada y simétrica.
A la segunda imagen le va aún peor: se entiende, mirándola atentamente, que hay algo “poco armonioso“. La gaviota parece ir a chocar contra el lado izquierdo de la imagen y, a pesar de romper la “fría” simetría de la primera imagen, sigue sin convencer. En base a un par de reglas, que veremos muy pronto, podemos afirmar que, pudiendo elegir, la imagen se debería haber compuesto como en la siguiente imagen:
El sujeto está descentrado y tiene un desarrollo propio, en este caso un poco de espacio en la dirección del vuelo. Además, importante, no está sujeto a una rígida simetría que, como habrás intuido, se tiende a evitar.
La colocación del sujeto no es casual, sino que responde a una célebre regla de origen pictórico, la regla de los tercios, que vamos a tratar ahora mismo.
La Regla de los Tercios
No hablaremos de la sección áurea, sino de una aproximación grosera de la misma: la regla de los tercios. Esta regla es utilizada por casi todos los fotógrafos y se tiene en cuenta en muchos disparos, aunque es bueno recordar que si se “ve” una composición que convenza más, nada te impide optar por ella. Seguir la “regla de los tercios” significa dividir la imagen con líneas imaginarias, dos horizontales y dos verticales, haciéndolas partir en correspondencia con los tercios relativos a los lados.
Más simplemente: imaginemos que dividimos el lado largo en tres segmentos iguales y lo mismo para el eje vertical, creando luego una cuadrícula en correspondencia con los extremos de los segmentos. Para el eje horizontal, es fácil pensar en nuestra bandera, en correspondencia con el cambio de colores. Más difícil de explicar que de mostrar:
Reponemos la imagen de la sección anterior para entender mejor. Obsérvese cómo la gaviota está situada a lo largo de las líneas (también llamadas líneas de fuerza) y en correspondencia con su intersección. Justo en correspondencia con las intersecciones es bueno colocar tu sujeto, recordando si es posible prestar atención al desarrollo de la escena, como puede ser en este caso la dirección del vuelo o la mirada de una persona, dejando más “aire” en las respectivas direcciones y eligiendo por tanto la colocación descentrada a la derecha o a la izquierda.
La intersección de las líneas genera de hecho cuatro puntos, llamados puntos de fuego, focales o de fuerza. Una buena composición prevé colocar justo en correspondencia con estos puntos (también aproximadamente) tu sujeto.
Los paisajes tampoco escapan a esta regla, aunque a menudo no hay un sujeto particular, razón por la cual se suele tender a hacer coincidir el horizonte o las líneas bien definidas del paisaje con una de las líneas de fuerza horizontales. En el caso propuesto en la segunda página, se puede observar cómo la inserción de algunos elementos no ha sido casual, sino que respeta las indicaciones que proporciona la regla de los tercios. La volvemos a proponer aquí por comodidad:
Obsérvese cómo la lejana orilla en la margen opuesta del lago está situada en correspondencia con la línea horizontal más baja, mientras que la planta cae sobre la línea de fuerza vertical izquierda. Una asimetría razonada, podríamos definirla, dictada por una regla que se tiende a seguir con cierta frecuencia.
En este caso, la elección recayó en dar espacio a dos tercios a la carretera y al lago, dejando un tercio al cielo. A discreción del fotógrafo, la posibilidad de hacer exactamente lo contrario, quizás para dar espacio a un cielo particularmente dramático o rico en colores. ¿Optar por un 50% para cada zona? Por supuesto, también es una opción y no necesariamente causa de “perturbaciones visuales”, que quede claro, pero es indudable que en caso de concursos o en presencia de ojos expertos, una composición acertada y que responda a las reglas puede marcar la diferencia.
Con esta primera, sencilla guía, cerramos el primer artículo dedicado a la composición, con la esperanza de haber dado una introducción a las precauciones que hay que tener en cuenta antes de hacer la fotografía. A esto hay que añadir una especial atención a mantener los horizontes rectos (salvo elecciones estilísticas buscadas deliberadamente), así como a mantener una postura firme y segura, incluso en condiciones de luz favorables.